El nuevo Plan Común de Formación General junto al Plan de Formación Diferenciada Humanístico-Científico de las Bases Curriculares que regirán a contar de 2020, generan instancias en las que nuestros estudiantes podrán aplicar y desarrollar habilidades como el pensamiento crítico. Además, podrán aumentar su motivación por el aprendizaje. Para que este cambio curricular sea efectivo y se logren mejores aprendizajes, también es necesaria la implementación de nuevas metodologías por parte de los docentes.
Las habilidades para el siglo XXI estarán aún más presentes gracias a las nuevas Bases Curriculares para 3° y 4° medio, aprobadas el 17 de mayo por el Consejo Nacional de Educación (CNED) y elaboradas por el Ministerio de Educación. A contar del 2020, el pensamiento crítico, la creatividad, la formación ciudadana, la colaboración, y la comunicación, podrán ser desarrolladas por las y los estudiantes en las asignaturas del Plan Común de Formación General.
Sin importar si estudian en un establecimiento educacional Técnico-Profesional, Humanístico-Científico o Artístico, nuestros estudiantes tendrán seis asignaturas obligatorias: Matemática, Lengua y Literatura, Filosofía, Ciencias, Educación Ciudadana e Inglés. De acuerdo al Ministerio de Educación, esto obedece a que se busca una educación equitativa e integral con foco en la formación ciudadana, independientemente de la diferenciación, para lograr iguales oportunidades de acceso a la educación superior o vida laboral, en una sociedad en permanente cambio, donde las ocupaciones y trabajos de las próximas décadas serán muy distintos a los que hoy conocemos.
Pensamiento crítico y ciudadanía
Para Marco Ávila, Jefe de Proyectos de Aprendizaje para el Futuro de Fundación Chile, “el cambio curricular presentado, recoge las demandas que el siglo XXI impone a los actores del sistema escolar y la sociedad, en especial la incorporación de habilidades que promuevan la resolución de diversos problemas, la comunicación de ideas, el pensamiento crítico, la colaboración y la participación y valoración de la ciudadanía, en un contexto de cambio permanente”.
A su juicio, es un currículum flexible que permitirá mayores niveles de profundidad y vinculación entre el conocimiento y la experiencia vital de los estudiantes. “Valoro especialmente la incorporación de las asignaturas de Educación Ciudadana y la Filosofía para todas y todos los jóvenes del país, especialmente Filosofía para los estudiantes de la modalidad Técnico- Profesional –que representan más del 50% de la matrícula de 3° y 4° medio-, y que por primera vez cursarán esta asignatura”, señala Ávila.
El propósito de incluir Filosofía al Plan Común de Formación General es que los estudiantes reflexionen y cuestionen el mundo en que viven, lo que se vincula directamente al pensamiento crítico, mientras que sumar la Educación Ciudadana, a que los estudiantes participen de manera activa e informada en la vida democrática, lo que se relaciona con la Formación Ciudadana.
A contar de 2020, será obligación de cada establecimiento ofrecer a sus estudiantes como mínimo seis electivos de dos áreas distintas.
Motivación por aprender
Las nuevas Bases Curriculares también consideran la creación del Plan de Formación Diferenciada Humanístico-Científico para estudiantes de 3° y 4° medio, el que se caracteriza por agrupar asignaturas en tres áreas: Área A, que reúne a Lengua y Literatura, Historia y Geografía y Ciencias Sociales, y Filosofía; Área B, que agrupa a Matemática y Ciencias; y Área C, que contiene a Artes, Educación Física y Salud. Así, por ejemplo, en el Área C, se encuentran asignaturas como: Interpretación y Creación en Danza; Interpretación y Creación en Teatro, y Expresión Corporal.
En este escenario, será obligación del establecimiento ofrecer a los estudiantes como mínimo seis electivos de dos áreas distintas. Esto sin duda, será un desafío para los estudiantes, quienes tendrán que elegir tres asignaturas de las seis ofrecidas, completando 18 horas, asumiendo una responsabilidad que requiere de autonomía y de pensamiento crítico.
Así lo afirma Andrea Osorio, Directora de Aprendizaje para el Futuro de Fundación Chile: “Cuando los estudiantes se vean enfrentados a elegir tres alternativas de seis que se les ofrecen, van a tener que analizar los efectos negativos y positivos de su decisión y, por supuesto, ver cómo eso se conecta con lo que va a ser su trayectoria académica y más adelante, su trayectoria técnica o profesional”, explica.
Al tener la posibilidad de elegir, se espera que aumente su compromiso, motivación e interés por el aprendizaje y su vida futura. Richard Elmore, reconocido investigador y académico de la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard, sostiene que una de las tres dimensiones que activan un cambio positivo en el aprendizaje es justamente ese factor: “que los alumnos modifiquen su actitud y acercamiento a los aprendizajes, mutando su motivación, auto-exigencia y compromiso”.
Espacio para nuevas metodologías
Para Richard Elmore, otra de las dimensiones que efectivamente activan un cambio en el aprendizaje de los estudiantes, es que los docentes incrementen sus habilidades y conocimientos, enriqueciendo su aporte al proceso educativo. Esto implica atreverse a utilizar nuevas metodologías, como el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), que va en la misma línea de desarrollo de pensamiento crítico, colaboración y educación ciudadana que promueven las nuevas Bases Curriculares.
El ABP es una metodología que promueve aprendizajes más profundos, vinculando el currículum escolar con la realidad de la escuela en un mundo de acelerados cambios. En esta, los docentes motivan a sus estudiantes para abordar un desafío de su entorno, investigarlo y aplicar sus conocimientos al desarrollo de nuevas soluciones. Esta metodología, se basa en que los estudiantes diseñan, planifican y realizan un proyecto de investigación que idealmente integra más de una asignatura, generando un producto que es evaluado y presentado en público.