Ser docente hoy: enseñar en tiempos de cambio y construir el futuro desde el aula

Día de la profesora y el profesor

La docencia de hoy enfrenta una realidad compleja y desafiante: aulas diversas, nuevas demandas de aprendizaje y un entorno social que evoluciona rápidamente, con presencia de tecnologías como la Inteligencia Artificial. Ser profesor o profesora implica mucho más que transmitir conocimientos; es acompañar, guiar y motivar en un contexto donde la empatía, la flexibilidad y la innovación se han vuelto esenciales.

Día de la profesora y el profesor: ser docente hoy
Día de la profesora y el profesor: ser docente hoy

Los sistemas educativos están enfrentando grandes cambios debido a los avances y los desafíos globales. El Covid-19 transformó la educación, aceleró el uso de tecnologías digitales y dejó al descubierto la importancia del desarrollo socioemocional en las escuelas.

Por otra parte, la migración y la diversidad de estudiantes en las aulas, exige comunidades educativas con mayor equidad e inclusión. De acuerdo con la reseña del capítulo uno “Enseñanza para el mundo de hoy” de la encuesta de la OCDE, TALIS 2024, “estos avances globales están transformando el significado de educar —y de ser educado— en el siglo XXI”

Dentro de este cambio encontramos las voces docentes, ¿qué nos dicen? ¿qué sueñan de la educación?

Belén Villaseca, profesora de Educación Básica con mención en Lenguaje e Historia y Magíster en Educación, resalta que, en este escenario, y tal como ha sido a lo largo de la historia, el rol del docente seguirá siendo insustituible. “Seremos los mediadores fundamentales del aprendizaje, aquellos que conocen y conectan genuinamente con cada estudiante para construir el andamiaje pedagógico que necesitan. Nuestra labor será diseñar experiencias de aprendizaje significativas, combinando la experticia disciplinaria con un conocimiento profundo de nuestros alumnos y alumnas”.

Para el futuro, Belén imagina una educación más equitativa, inclusiva y, sobre todo, más humana. “Una educación que no solo se centre en desarrollar habilidades y competencias académicas, sino que ponga un énfasis real en el mundo interior de los estudiantes: en conectar con su sentir y en aprender a reconocer y transitar sus emociones”.

Eduardo Lagos, profesor de Lenguaje y Comunicación, sueña con una educación más humana, flexible y centrada en el bienestar y desarrollo integral de cada uno de sus integrantes. “La tecnología seguirá siendo una herramienta poderosa, siendo el rol del docente el que siempre ha debido ser: seremos guías, consejeros, tutores y acompañantes en un mundo donde aprender a pensar críticamente, a trabajar colaborativamente y a cuidar de los demás será tan o más importante que dominar contenidos. El docente del futuro será un diseñador de experiencias, no un transmisor de información”, afirma.

Belén Villaseca, profesora de Educación Básica con mención en Lenguaje e Historia y Magíster en Educación
Belén Villaseca, profesora de Educación Básica con mención en Lenguaje e Historia y Magíster en Educación

A mis colegas les diría que compartan sus aciertos, pero con mayor valentía aún, compartan sus fracasos. Es en esa vulnerabilidad donde se propician los diálogos más honestos y constructivos con nuestros pares. Mostrarnos con una disposición de aprendizaje constante no nos hace más débiles, sino más humanos y mejores educadores. Que nuestra vocación se nutra siempre de la humildad de ser eternos aprendices.

¿Cómo enseñan las y los docentes de hoy?

El futuro de la educación se construye en el presente. En cada escuela, liceo o jardín hay docentes que innovan, que aprenden junto a sus estudiantes, que buscan nuevas formas de enseñar y de conectar con sus comunidades. Su trabajo es fundamental para formar a las generaciones que enfrentarán los desafíos sociales, ambientales y tecnológicos del siglo XXI.

De acuerdo a los datos presentados por la encuesta TALIS 2024, a pesar de que las cifras sobre formación en herramientas digitales (58%) y desarrollo socioemocional (54%) son más bajas que la formación académica (81%) y didáctica pedagógica (74%), la percepción de la práctica es mayor. Más de un 70% de docentes valora el potencial de la IA en tareas pedagógicas y el 84% considera que puede apoyar bastante o mucho el aprendizaje socioemocional de sus estudiantes. 

Un ejemplo de esto son dos docentes, para quienes la innovación y la educación socioemocional son claves para la educación actual y del futuro.

Eduardo Lagos, quien se desempeña en el Colegio Maran-atha, de Alto Hospicio, señala que el aula de hoy es un espacio vivo, diverso y en constante movimiento, que se ha transformado en un entorno donde las emociones, ideas e innovación se entrelazan para construir aprendizajes profundos, y cada estudiante aporta y crea historias. Para él, el desafío es lograr que todas esas voces se escuchen, se respeten y aprendan a convivir en comunidad.

Una de sus apuestas es la innovación a través de metodologías activas y tecnologías como la inteligencia artificial, la gamificación y el aprendizaje basado en proyectos. Estas les permiten a sus estudiantes ser protagonistas, investigar, discutir, crear y proponer soluciones reales. “Los beneficios son evidentes: mayor compromiso, creatividad, trabajo colaborativo y una comprensión más profunda del mundo que los rodea. Estos enfoques permiten concebir la escuela y el aula como un laboratorio de ideas donde aprender se vuelve una experiencia significativa y un motor de cambio de paradigmas y comunidades”, recalca.

Además, agrega, “esto lo hice motivado por la necesidad de que mis estudiantes se reconecten con el sentido del aprendizaje, que sientan que lo que aprenden tiene valor en su vida cotidiana”.

Asimismo, Belén Villaseca, quien ejerció la docencia en el Colegio Bicentenario Antártica Chilena de Vitacura, describe el aula actual como un espacio diverso, inclusivo y desafiante, que demanda constantemente profesores preparados no solo en lo disciplinario y metodológico, sino, de forma crucial, en lo emocional.

La docente afirma que “es un aula que nos exige reinventarnos, cuestionar nuestras estrategias y socializar los aciertos, pero, sobre todo, compartir aquello que no resulta. Es en la colaboración con un par o con un equipo interdisciplinario donde realmente logramos avanzar”. Esta nueva realidad demanda un trabajo colaborativo y articulado entre todos los estamentos, donde la responsabilidad es compartida y es imposible, además de innecesario, hacerse cargo de todo en solitario, añade.

Belén plantea que actualmente está presente la necesidad de explorar nuevas formas para que las y los estudiantes sean protagonistas de su aprendizaje, desarrollando competencias clave como la investigación, la oralidad y la colaboración de una manera articulada y sostenida. Estas fueron las habilidades que la motivaron a utilizar metodologías activas.

“El mayor beneficio es observar cómo estos enfoques potencian su autonomía y compromiso. Trabajar de esta manera no solo permite ver resultados concretos en su desarrollo, sino que también entrega información muy valiosa para realizar las adecuaciones pertinentes y seguir mejorando estas iniciativas en el futuro”, concluye.

Todos estos desafíos y necesidades de mejora fueron presentados en la Cumbre Mundial sobre Docentes, organizada por UNESCO y el Gobierno de Chile, en la cual la defensa de la educación pública y del futuro de la docencia, fueron los ejes principales. Las acciones para concretar esta tarea, quedaron plasmadas en la firma del Consenso de Santiago 2025: acuerdo global que estableció compromisos sobre como elaborar políticas inclusivas y condiciones laborales justas, fortalecer la formación, mejorar el diálogo social y garantizar la participación de las y los docentes en la toma de decisiones.

Eduardo Lagos, profesor de Lenguaje y Comunicación
Eduardo Lagos, profesor de Lenguaje y Comunicación

A mis colegas les pediría que nunca olviden que enseñar es un acto de esperanza: cada clase es una oportunidad para sembrar algo que, aunque no veamos florecer de inmediato, cambiará vidas. Educar es dejar huellas invisibles, pero imborrables. Y a mis estudiantes les diría que crean en su poder para transformar el mundo con cada una de sus acciones diarias, con empatía y con propósito. Les recordaría también el impacto que han tenido en mi vida, y cómo me han defendido dándome esperanzas en un mundo mejor.

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